Luis

    Hace ya casi 8 meses que te fuiste y parece que el mundo no ha cambiado en tu ausencia. En España sigue sin haber Gobierno, el mundo anda atento ante la posible presidencia de Trump, Kim Jong-un sigue tirando bombas en aguas japonesas y, por si fuera poco, Venezuela va de mal en peor. Cualquera diría que tu marcha fue silenciosa, pero no. Desde que te fuiste no he parado de hacer ruído para que todo el mundo se de cuenta que mi viejito se fue y yo no pude despedirme...

    Parece que fue ayer cuando me enseñabas a nadar en Morrocoy o te acompañaba a comprar repuestos por mi bella Caracas. Quizá lo que más extrañe sean nuestros viajes a la finca. Era tan temprano que me moría de sueño y me dejabas apoyar la cabecita en tus piernas... Ahora que estoy hecho un viejo me empiezo a dar cuenta de lo peligroso que podría llegar a ser tener un niño en las piernas mientras se maneja. Pero tú siempre te preocupaste por mí y por la abuelita, y nunca nos pasó nada.

    Hombre fuerte y luchador, trabajador como ninguno y un padre ejemplar, hasta de los que no eran suyos. Hombre de su casa y de su familia, hecho por y para querernos. Hombre que tanto nos dio y nunca pidió nada a cambio... Pocos quedan como Luis.

    Gracias, gallego, por quererme como nadie y hacerme de padre postizo siempre que me hizo falta. Gracias, españoleto, por enseñarme tanto y guiarme con tu luz en el camino. Gracias, Luis, por estos ochenta y cinco años de vida que le has regalado al mundo, porque sólo me vale que digan eso de tí, que fuiste y siempre serás el mejor regalo que me ha dado el mundo.

    Feliz cumpleaños, viejito.


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