Políticamente (in)correcto
La gente políticamente correcta lo es y ya. A los que no les mola ese rollo les pega más un término como"irreverente". Lo descubrí en un artículo sobre García Márquez cuando murió. Hace ya casi 5 años (obviamente, lo he buscado en internet). Recomiendo "La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada". Como suele pasar con él, gusta más cómo lo cuenta que lo que cuenta, y tampoco es que lo que cuente sea peor. Destaca la forma, diría. Bueno, dejo lo de hacerme el interesante para otro momento.
También me gusta llamarlos valientes. Siento que va muy ligado a ese sentimiento libertario de decir lo que se piensa. Como si no importara en absoluto la reacción que pueda generar. Se les podría llamar, perfectamente, egoístas, pero me gusta más decir que son honestos consigo mismos. Con lo que creen que es lo correcto. Recuerdo cuando Gallardón dimitió tras la repercusión de su "ley del aborto". Era un completo gilipollas. Pero esa honestidad a sus ideales no se la quita nadie.
Parece natural pensar que actuar conforme a lo que uno piensa es fácil, o librarse de esa parte del cerebro que nos para los pies cuando estamos a punto de decir algo que pueda generar repercusión, pero la verdad es que es algo que me ha costado encontrar muchísimo a lo largo de mi vida. Y no sé por qué, pero a esa gente la admiro fuertemente. Ya sea un personaje de una serie, un panadero o un catedrático.
Entonces, ¿a qué viene todo esto? Pues es sencillo, para hablar de mí.
Lo cierto es que siempre he pensado que formo parte de ese pequeño gremio. De hecho lucho a diario con ir en esa dirección. Pues bien, si hacer nuevas amistades sirve de algo es para que nos den puntos de vista de nosotros mismos que, quizá, nadie nos había dicho. A las puertas de un karaoke, uno de estos de los que hablo me ha dicho ¡justo lo contrario!
Me cago en la puta.
Qué rabia me da pensar que tiene el más mínimo ápice de razón. Ceder no es algo que me enamore, la verdad. Pero eso no es nada nuevo para los lectores de este blog (y si lo es, pues siento el spoiler).
Claro, ahora la pregunta llega botando: ¿Cuándo no lo eres, Jonathan Eduardo?
Este momento es clave, porque llega la duda de si no lo cuento porque soy políticamente correcto o porque me faltan un par de güisquis para soltarlo.
Pero a eso sí que no me importa responder.
Ambas.
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