La crisis de los primos

    Por si alguno no lo sabía, los números primos son el niño prodigio de las matemáticas y, probablemente, del mundo entero. A simple vista,  son números que sólo se pueden dividir por sí mismos, pero esconden mucho más. Tanto, que ni siquiera los mayores genios de la historia se han acercado lo suficiente como para poder crear un ápice de realidad tras ellos. De hecho, algunos ni siquiera se han planteado estudiarlos. Entienden que, de alguna forma, la inversión de tiempo podría llegar a ser tanta que, incluso consiguiéndolo, no valdría la pena perder la vida entera por algo que, tarde o temprano, alguien descubrirá por nosotros. Nimios patrones que sólo pueden aparentar lógica y alguna posible conclusión, pero que no pueden hacer más que quedarse a kilómetros de las puertas de la verdad, si es que la hay...

    A veces pienso que deberíamos cambiar las crisis de los 30 o los 50 por las crisis de los 23, los 29 o los 37. Creo firmemente en que son números que reflejan mucho más lo que somos los seres humanos. Una infinidad de números únicos en su especie que se entienden a sí mismos mejor que nadie. Números con problemas sin resolver. Números sin patrones ni relación alguna que, de repente, podrían multiplicarse entre sí y crear un mundo completamente indescifrable (creedme, indescifrable). Un mundo propio y único.

    Y es que además es mentira eso de que las crisis humanas son sistemáticamente cada década. Somos seres perfectamente imperfectos, seres irregulares e impredecibles. Como el 131, o el 47. Quizá sea a los 17 cuando toque la crisis de la entrada a la realidad, de las responsabilidades y la independización, de las decisiones importantes y los primeros amores. Quizá los 23 sea la edad perfecta para replantearte qué has hecho durante más dos décadas. Pensar si vas por buen camino o todo lo contrario... puede que sea el momento perfecto para cambiar de rumbo, o de compases. El 19, la antesala de los veinte y la puerta trasera de los dieciocho, encaja a la perfección como el más adecuado  para los: "ahora tú y mañana ya veremos" (que tiene 11 sílabas, otro bonito numero primo). Baila al compás de los desamores y es el más indicado para disfrutar de la interminable lista de películas de Allen, que siempre deja algo de amarga reflexión tras cada uno de sus pequeños chutes de realidad irreal, independientemente de lo original o insulso que pueda llegar a ser el filme.

    Es el momento de cambiar las reglas y darnos cuenta de que las crisis son más frecuentes de lo que pensamos, y no solo pasan cada diez años. Porque somos así. Así de duros con nosotros mismos.

    Así de autodestructivos. Así de paranoicos.

    Así. Así de primos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Gris

Primermundo

Cerveza en mano,