Tic, tac.
Tic, tac. El tiempo corre. Tanto o más que Bolt, y mil veces más rápido de lo que esperamos. No hay ocasión para descansar, ni para respirar... Hoy abres los ojos en tu cómoda cama y mañana en un barco sin rumbo para luchar por lo poco que te queda de vida. Algunos llegan, otros caen en el camino, otros llegan sin llegar... A veces pienso que sólo empezaríamos a valorar lo que tenemos si se pudiera parar el tiempo y mirar detenidamente a nuestro alrededor... ¿Qué senda tomar en un viaje sin rumbo? ¿Qué esperar cuando estás esperando?
Tic, tac. El tiempo engaña. Es el mejor tramposo que he conocido jamás. Nunca lo pillan y siempre gana. Siempre se sale con la suya... Los mejores momentos vuelan y los peores se hacen eternos... Cualquiera diría que sólo lo hace por joder, que fue ayer cuando conocí a mi primer amor o que ya han pasado meses desde que se fue el hombre más importante de mi vida. Ese que me lo dio todo sin esperar nada a cambio, que me defendió a capa y espada y me quiso como nadie en este mundo. Ese invencible viejito al que nada se le atragantaba y se fue sin poder luchar... Mi viejito...
Tic, tac. El tiempo se va. Y lamento decirte que no, no vuelve. Y tampoco se compra (por si alguno tenía dudas). No esperes a viejo para comprar una casa y un bonito coche, no esperes a las vacaciones para dar la vuelta al mundo o tirarte en paracaídas. No esperes siquiera para declararle amor eterno a la rubia de tus ojos o, simplemente, para hablarle a la de los rizos de bronce que tanto te gusta. Se nos acaban los minutos y ya casi no quedan oportunidades. Es hora de abrir los ojos. No quedan más opciones... Solo queda disfrutar del momento y vivirlo sin esperar que haya un mañana. Típico, sí, mas no por ello incierto. Carpe Diem. Tempus Fugit. Malditos latinismos...
Tic, tac... Tic, tac... Vamos. A qué esperas?
Tic, tac... Tic, tac... Tic, tac...
Tic, tac... Tic, tac... Vamos. A qué esperas?
Tic, tac... Tic, tac... Tic, tac...
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