Monotonía involuntaria
Y una vez más despertó en la cama de siempre. En la misma habitación de la misma casa. Y en la misma calle de la misma ciudad... Ya llevaba a así décadas y nada cambiaba. Daba clases de literatura en un instituto del centro a alumnos cada vez menos interesados e influenciados por una sociedad decadente y desbordada de miedos... Ojalá pudiera elegir qué hacer el resto de mi vida - pensó -. Ojalá pudiera despertar a las orillas de una playa exótica en un pueblo desconocido, y escapar de esta maldita rutina. Huir de la monotonía. De lo común...
Lo cierto es que lo que le atormentaba no eran sueños incumplidos. Era todo lo que siempre quiso ser. Todo aquello con lo que soñaba en su juventud. Todo aquello que luchó cada día para conseguir. Un exitoso y querido profesor que disfrutaba de las mejores vistas de la ciudad cada mañana.Dueño de un bonito apartamento en la cima del edificio que miraba absorto cada mañana en el trayecto a clase.
El problema era que se le habían acabado...
Tenía que buscar nuevos sueños, proponerse nuevas metas, atravesar nuevos bosques...
Hasta que ocurrió. Se dió cuenta de que sí que podía, de que dependía de él mismo el futuro de su vida. Y se fue.
Compró un billete a la bella Venezuela. Llenó una mochila con algunos libros, provisiones suficientes para unos días y una pequeña parte de sus ahorros. Era el momento perfecto para recuperar la ilusión que tanta vida le dio. El momento perfecto para volver a soñar...
Y caminó. Caminó tanto que recorrió los lugares mas recónditos de aquel país. Desde el Salto del Ángel hasta la costa caribeña. Nunca antes había visto una arena tan blanca y un agua tan clara... Conoció personas maravillosas llenas de sonrisas y ganas de vivir. De hecho, tuvo tiempo hasta de perderse en la mirada de una bonita dama y caer en la más bonita de las limerencias.
Disfrutó de aquel viaje como nunca antes lo había hecho. Pero volvió. Volvió a la misma cama del mismo apartamento en la misma ciudad.
Volvió a la realidad. A seguir su vida. La misma de siempre...
Pero no volvió para quedarse, sino para soñar.
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