Ignorante.

Sí, soy un ignorante en toda regla. Quizá no sea el primero en darse cuenta de que todos somos unos ignorantes que creemos saber, quizá mis ojos se abrieron tarde ante la cruda realidad, ante la realidad del desconocimiento, del no saber nada, pero nada de nada.
Soy un ignorante por creer que entendía ese bosque profundamente frondoso al que le llaman sentimientos, por creer que nunca te irías de mi, de mis brazos... También lo soy por pensar que el amor era materia de estudio de una noche, pues ahora veo que ni un mes, ni un año, ni una vida entera son suficientes;  por darle sentido a palabras vacías, por creer saber cosas que nunca existieron, fruto del maldito subconsciente... 
Soy un ignorante por verme en el reflejo de tu corazón, cuando tú ni siquiera me mirabas a los ojos, por perderme en tu sonrisa mientras tú tenias el mapa de mi geología bajo el brazo, por intentar buscar donde nunca hubo nada, creyendo que el tesoro más grande del mundo me esperaba.
Soy un ignorante por pensar que te quedarías, y más aún por pensar que estuviste.

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