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A veces tarda mucho, a veces poco, pero siempre acaba creciendo en algún lugar del cerebro. Una especie de idea de cómo te ves dentro de 10 años si todo sigue como ahora. Y no te gusta. No te gusta nada de nada. Y te desesperas. Piensas que todo lo que has hecho hasta ahora podría estar mal, o incompleto. Y te sientas. Y paras un momento a mirar las estrellas mientras calculas la de veces que te podrías haber equivocado. O la de veces que lo hiciste y no quieres aceptarlo. Que quizá nunca supiste tomar la decisión correcta en el momento clave. Que no te lanzaste cuando pudiste o que lo hiciste antes de tiempo. Y respiras. Ahora todo es replanteable. Cuestionable. ¿Habrá que cambiar el rumbo, o los tiempos? Y es que esta limerencia me tiene ciego...