Hace poco más de cinco años, tras un largo viaje a mi querida Venezuela, decidí copiar la idea de mis primos de guardar todas las entradas de cine a los que fuera y colocarlas debajo de mi mesa de cristal, de forma que pudiera verlas siempre que quisiera. Pronto decidí ampliar el margen y opté por guardar todos los detalles en forma de papel dignos de recordar: pasajes, entradas de cualquier tipo, etiquetas de regalos, detalles,... Años después, y muy desgraciadamente, tuve que deshacerme de la mesa y decidí guardarlo todo en una sola funda, dentro de una carpeta gigante de fundas. Hoy, recordé que tenía varias cosas que guardar y, al abrirla, me di cuenta de que ya no cabían más allí, y que tenía que "inaugurar" una nueva. Es banal el hecho de tener que comprar una libreta nueva porque la que tenías ya se ha acabado, lo es. Pero es que lo que ocurre es que no se trata de una simple libreta, sino de un baúl de recuerdos que ya va por cinco años, y que reúne ese trocit...